domingo, 22 de febrero de 2009
Recuerdos de un sábado 14 de junio del 2008.
Las horas del día pasaban y el tiempo me traía con la misma extraña pero conocida sensación, no sabía bien lo que era, lo único que tenía claro era que ya la había experimentado. Se asemejaba a la sensación de respiración acelerada, de paranoia y vacío en el estómago, pero no era eso. Lo tomé como parte de mis momentos eternos cuando me quedo encerrada en mi casa. Traté de calmar mi incertidumbre con eso, sabiendo perfectamente que la razón no era esa, incluso creyendo que para esa sensación no había ninguna razón, solo extrañaba momentos.
Los segundos pasaban y la sensación se mantenía.
Cayó la noche sin previo aviso, sólo me di cuenta que era tarde por el frío que corría por mi piel y la brisa que me estremecía trayendome la dolorosa nostalgia. Sentía ganas de recordar, de recurrir a mis antiguas palabras, aquellas vivencias que bloquié porque sí. Leía y no podía creer que era yo la que escribió eso, y no sabia cómo los relatos poco a poco me hacían recordar la misma sensación tan profunda, tan sacada del alma. Me recorría el escalofrio desconcertado, las explosiones de imágenes, de actos, los momentos, las palabras. un pasaje a una retrospectiva intacta.
Leí la primera frase y recordé todo. Sentí la misma respiración y el corazón agitado de ese momento. La misma sensación en la garganta, la contracción en estómago, la presión en el pecho.. la misma impresión cuando te vi, cuando estuvimos frente a frente sin nada que decir, sintiendo el silencio y buscando cautelosamente qué decir. rRecordé cada palabra como si fuera el guión con el que nací para nunca olvidar, como si ese mínimo instante fuera tan corto y a la vez tan intenso. Sentí nuevamente ese abrazo que no había querido presenciar en carne propia, ese abrazo inoportuno y a la vez tan oportuno que las circunstancias se encargaron de propiciar. Recordé el tenso aire que nadie podía cortar, y que quizás solo yo notaba; las palabras cortantes mientras el titubeo era imperceptible y el frío del momento con la prisión que dejaba la puerta abierta. Nadie pero nadie me lo saca de la mente.
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