Siempre una enfermedad te lleva a otra, y a otra y otra. Yo ya no sé en qué parte del ciclo estoy. No sé qué puede ser lo que superé, no veo el antes ni el después.
Ya no sé si habré caído en tal enfermedad, no sé. Creo que salí tan rápido si es que realmente logré salir, que hasta me parece mentira, un chiste mal contado con lágrimas y cicatrices de por medio. Risas absurdas, llantos nocturnos, delirios de madrugada y café por doquier, por cierto, sin azúcar ni endulzante, pudo ser cierto?
No sé si todo eso habrá sido real o no. Pareciese como si hubiese estado durmiendo mucho tiempo y recién desperté, como siempre.. en la nada, flotando en la nebulosa en blanco y negro, y a veces con algo de color. No puedo ser una alucinación, tanta oscuridad, tantos cigarros consumidos para la autoconsumición, para aliviar el dolor, tanto dolor del alma que no existe, tanto ser, TANTAS caminatas por las calles de vidrios inmensos que me asustaban al mi cuerpo pasar. No parece real, no lo puedo ni tocar. Ya mis cicatrices parecen un accidente campestre, un hecho de cualquier día y no el dolor artificial que siempre recuerdo.
Y no me puedo aferrar a eso, al recuerdo, no puedo. No es tangible, y si lo fuera se me iría entre los dedos.
Y pareciera que solo me queda eso, el recuerdo, algo que pudo ser real o la cordial imaginación de lo que quise siempre siempre y siempre, esto. Y ya no saber más nada.
Como si Antonella nunca hubiese existido o como si recién hubiese nacido.
A veces creo que estoy muy cerca de volver, o tal vez de empezar por primera vez.
A veces creo que estoy muy cerca de volver, o tal vez de empezar por primera vez.
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