Puedo ver desde mi perspectiva como se avecina una horrible tempestad. Me lo dice mi mente, mi corazón y hasta el tarot que mamá me leyó.
Es como tomarme una dosis de felicidad, pero como todo, tiene que acabar.
A veces razones no hay o quizás sí pero se esconden entre mi oxígeno espacial dentro de mi denominado hogar.
Vivo bloqueada, apagada, sin tener un control remoto que tenga los bonotes claros en donde haya que presionar.
Me duermo estando despierta y así preferiría estar el resto de mis días pero eres tú, tú, y tú también los que me evitan caer. Son aquellos que eliminan un poco las nubes grises de mi cielo que avisa la tormenta lejana pero a la vez tan cercana.
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