miércoles, 9 de junio de 2010

Ahí está.

Poco a poco va desapareciendo. Primero se va borrando lentamente de las vidas de cada persona que han sido y serán importantes por siempre para ella. Aquellas personas que la han hecho sentir los sentimientos más fuertes de su vida. Las lejanias más cercanas, las distancias más cercas, los corazones más inmensos que haya conocido. Poco a poco ya se irán, son más de uno.
Se da cuenta, se envuelve en la brisa que queda al final del último respiro. Intenta alcanzarlos pero hay un impedimento existentemente irreal. No puede. La vuelve a joder sin darse cuenta.
Todavían quedan algunos que resisten su redundancia, sus sonrisas baratas y su corazón en llamas.
Algunos de los que no entienden se cuestionan lo que sucede, se responden solos y llegan a palabras absurdas que ella sospecha. Se alejan al sentirse poco atractivos para ella.
Todo termina en una estupides, la vida termina en una estupides y ella sigue girando, mirando al cielo, mirando al suelo, mirando al cielo, tropezando, cayendo, rajandose el pantalón, rompiéndose la pierna, costándole caminar, arruinando su caminar, costando levantarse pero lográndolo. Se levanta para seguir la inercia, la corriente de los días ambiguos perdidos entre la nada, el abismo y allá, bien allá, todo.
Se pierde, no lo alcanza, no corre, camina tropezando con rocas indestructibles de la ilusión fatal de su mente.
Destruye, construye y destruye al fin y al cabo. Y ahí está, sentada, triste, nublada escribiendo este texto en silencio, con el llanto atragantado y los dedos congelados.
Hace frío.

nadie le escapa al tiempo.

nadie le escapa al tiempo.
si al final sólo trasciende lo que sos.